martes, 7 de octubre de 2014

EL HUÁSCAR Y LA DEPENDENCIA ENERGÉTICA

¡GLORIA ETERNA A DON MIGUEL GRAU!


ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)


“Dedicado al patriota y amigo Dr. Luis Siabala Valer, gran castillista con el cual en nuestras largas conversaciones compartimos la necesidad de analizar la historia para no cometer los mismos errores del pasado.”


En la víspera de la inmolación de don Miguel Grau, de sus oficiales y marinos en la Punta de Angamos en la mañana del 8 de octubre de 1879, es bueno recordar la importancia de la soberanía y seguridad energética en un país como el nuestro que exporta energía limpia y barata proveniente del lote 56 en Camisea (Pagoreni), mientras se tiene que comprar en el exterior volúmenes crecientes de petróleo y derivados como el diesel limpio con 50 partes por millón de azufre para abastecer el mercado interno.

Los países con viabilidad y vocación nacional para el desarrollo propenden a la seguridad y autonomía energética asegurando las fuentes de generación internas renovables y no renovables, priorizando el abastecimiento   doméstico. Ello es más urgente y necesario si más del 58 por ciento de la energía comercial, es decir la que se transa en el mercado, en nuestro país depende de los hidrocarburos (gas natural y petróleo residual y diesel).
Por ello, no resulta una casualidad en la historia de los conflictos de la humanidad la importancia y control sobre los hidrocarburos (petróleo, gas y líquidos de gas natural) y  las materias primas en general, a pesar de los efectos de la Revolución Industrial que vivimos, que por efecto sustitución y eficiencia energética disminuye relativamente el consumo de energía por unidad de producto.

Bastaría recordar la agresión del nazismo a la URSS en junio de 1941 por el petróleo del Cáucaso y el control de los cereales de Ucrania justificada en su doctrina del “espacio vital”. Esta fue una frustrada conquista que encontró el principio de su final en la derrota de los ejércitos alemanes en la defensa de Stalingrado entre setiembre de 1942 y primeros días de enero de 1943 con la rendición del VI Ejército de Von Paulos.

Ello  cambió el signo de la II Guerra Mundial a favor de los Aliados, y las consecuencias de la misma prácticamente siguieron vigente hasta la descomposición de la URSS (1989) con la caída del Muro de Berlín con los países satélites y el surguimiento de  una serie de estados ricos en materia primas, como Ucrania, Georgia, Bielorusia, Mongolia, Kazajstán, Kirguizstán, Turkmenistán.

Lo mismo se podría decir sobre las justificaciones a las agresiones del Japón a la China por el control de las materias primas en especial del acero y petróleo que carecían. Ello  justificó a los Estados Unidos de Norteamérica proceder al embargo en el abastecimiento a dicho país como parte de una serie de sanciones, demostrando la precariedad del imperio japonés y sus fuerzas armadas.

En el mismo sentido, en las últimas décadas la presencia de los Estados Unidos en el Medio Oriente, Siria, Libia, Irán. Irak, Arabia Saudita entre otros países demuestra la central importancia que tienen los hidrocarburos en la hegemonía norteamericana a nivel mundial que ha encontrado como respuesta su correlato en el fundamentalismo musulmán. En esa medida el llamado terrorismo islámico tenderá a expandirse, poniendo en cuestión el normal abastecimiento de hidrocarburos en la región que concentra las mayores reservas a nivel mundial.

Por ello, es útil recordar, y tener siempre presente los acontecimientos, las razones de fondo y de corto plazo que llevaron a nuestro país  a la derrota en la mal llamada “Guerra del Pacífico” con una mutilación territorial, las pérdidas de las provincias de Arica y Tarapacá, y la importancia que tenían las materias primas como el guano y el salitre para el capitalismo mundial.

Sirva como base documental el “Diario a Bordo del Huáscar” publicado en Chile por la editorial Francisco de Aguirre en 1975, correspondiente a lo que sería el cuaderno de bitácora del Contralmirante Miguel Grau, tal como fue encontrado por los oficiales chilenos que abordaron el heroico monitor.

En la infausta guerra del Guano y del Salitre del siglo XIX, en especial en la campaña marítima llevada a cabo por el heroico monitor Huáscar resultan recurrentes las demandas por un abastecimiento seguro, oportuno y de calidad de un carbón inglés que le permitiera al buque la máxima velocidad y que no dejara huella por medio de los humos negros delatores.


En el Diario a Bordo en la madrugada del 13 de junio don Miguel Grau creyendo enfrentarse con dos buques  a vapor como las corbetas chilenas “Chacabuco” y “O’Higgins” naves de menor tonelaje, blindaje y potencia de fuego decide perseguirlas pero grande será su sorpresa cuando descubre que una de las naves era el potente blindado “Blanco Encalada” y la cañonera “Magallanes”, por lo tanto habiendo recibido instrucciones de no enfrentar a enemigos de mayor blindaje y armamento superior decide evadir el combate, y adopta el retiro táctico.

Así, escribe: “Nuestro andar en el principio era bastante para mantener constante la distancia que nos separaba del blindado; pero después de la primera hora noté que ella se estrechaba, y aunque esto tenía lugar lentamente, comprendí que había de terminar por obligarme al combate, desde que no era posible dar al Huáscar más de 9 millas de andar, en razón a que el carbón tomado en Pisagua y en Ilo de que hacía uso, no podía elevar suficientemente la presión  del vapor”.

En el mismo sentido, la importancia de la energía lo demuestra la lectura del citado cuaderno de bitácora cuando escribe nuestro héroe el 15 de junio "A los capitanes de puerto de Arica y Pisagua" que: "Es de la mayor importancia que el carbón con que se provea a los buques sea de la mejor calidad, so pena de no alcanzar con él la presión suficiente para el andar que se necesita en las expediciones".

Nuestro héroe hacía referencia a la necesidad de contar con el carbón del país de Gales y/ o Cardiff, así el 17 de junio a la superioridad naval escribía: "Adjunto encontrará US. un pedido por doscientas toneladas de carbón, en él verá US. consignadas sesenta de la del país de Gales que tiene la cualidad de hacer poco humo, combustible que es necesario tener a bordo en determinadas circunstancias para que no sea visto el buque de mi mando en la expedición que va a emprender".

Es decir, el carbón de Gales le permitía desarrollar la máxima velocidad posible de 12 millas por hora la misma que resultaba superior a la que tenían los blindados chilenos. Lamentablemente en la mañana del 8 de Octubre, el Huáscar no contaba con dicho combustible y no pudo evadir el cerco de las naves enemigas.

Si bien la superioridad de la flota chilena era tan abrumadora y la dependencia energética tan fuerte, que Don Miguel Grau sabía de antemano que su última salida era una cita con la muerte, en el cumplimiento del deber y para salvar el honor de un país ante la inopia, desidia e irresponsabilidad de su clase gobernante que teniendo conocimiento del armamentismo del vecino del sur, no potenció las fuerzas armadas, en especial la marina de guerra.

Nuevamente la importancia de la energía lo demuestra la lectura del citado cuaderno de bitácora cuando escribe el 1 de agosto al Comandante General de las Baterías y Director de Marina: “No puedo dejar de manifestar a US., la conveniencia del uso de carbón de Cardiff de buena calidad y del que haga poco humo, para las expediciones que generalmente desempeña este buque; pues el que últimamente ha venido consumiendo lo produce tan denso, que hace al buque muy visible en determinadas circunstancias”.


Por ello, la soberanía energética debiera ser un objetivo nacional y estratégico de todo estado con vocación nacional de desarrollo, que supere las limitaciones de los gobiernos de turno. Ello supone la necesidad de disponer en función del interés público y del país los hidrocarburos para satisfacer la demanda interna de empresas, familias, y de nuestras fuerzas armadas, bajo los principios de seguridad, oportunidad y a precios competitivos.

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